Yanelly Ramírez Baltodano
Social Media Producer
Las emociones son parte de nuestra esencia como seres humanos, son las que determinan cómo somos y cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. Pero, ¿qué es la inteligencia emocional?
Es la capacidad para identificar, guiar, desarrollar y canalizar las emociones para que nos ayuden a conseguir nuestros objetivos y propósitos.
Una persona emocionalmente inteligente es aquella capaz de gestionar satisfactoriamente las emociones para lograr resultados positivos en sus relaciones con los demás.
En un mercado laboral tan competitivo, los procesos de selección valoran cada vez más las habilidades personales que garanticen la adaptación de un perfil al puesto de trabajo. Se valoran las personas con capacidad de trabajo en equipo y las personas que construyan relaciones sanas con miembros de su equipo y clientes.
Todos podemos trabajar y mejorar nuestra inteligencia emocional, para esto debemos ser honestos con nosotros mismos y ser conscientes de nuestras debilidades y fortalezas como profesionales y como seres humanos.
Si conocemos las aptitudes en las cuales somos buenos, podremos entrenarlas y potenciarlas.
Son nuestras emociones las que determinan nuestras actitudes y comportamientos a la hora de tomar decisiones, manejar conflictos, superar retos y construir relaciones con otras personas. Por esto, les comparto algunos factores clave para empezar a aplicar la inteligencia emocional en el trabajo:
-Autoconocimiento: No tengamos miedo de conocernos y analizarnos, todas las personas tenemos fortalezas y debilidades. Elegir a qué extremo queremos prestarle atención es nuestra responsabilidad. Para llevar esto a la práctica, te recomiendo que lleves una pequeña agenda o diario. Refleja en él cómo te sientes, exprésate, intenta comprenderte y así podrás llevar un seguimiento de cómo te ha hecho sentir una determinada cosa y cómo puedes mejorar.
– Automotivación: El optimismo es uno de los requisitos claves para alcanzar nuestras metas. Llegar al trabajo con una buena predisposición es esencial para encarar el trabajo del día. Es importante conocer nuestras fortalezas, debilidades y nuestro potencial para poder unirlo a nuestra motivación y conseguir objetivos realistas, que nos impulsen a la acción. Seamos nuestro mayor aliado.
– Empatía: Siempre pongámonos en el lugar del otro para intentar comprender cómo se siente. Si necesitamos hacer una crítica, intentemos expresarlo de manera constructiva.
-Autocontrol: Debemos tratar de controlar nuestros impulsos y reducir los pensamientos negativos. No se trata de reprimir los sentimientos, sino de lograr un equilibrio ya que cada sentimiento (miedo, rabia, tristeza, alegría, euforia ) tiene su función y utilidad.
La inteligencia emocional aplicada al trabajo es sumamente útil en distintos aspectos. Por ejemplo, mejora la productividad de los empleados, mejora la salud laboral, mejora el servicio de atención al cliente. Gestionando nuestras emociones de manera adecuada, aceptando nuestras emociones negativas, entendiendo las emociones de los demás y regulando nuestro comportamiento, es clave para aumentar nuestra motivación y ayuda a alcanzar las metas.