Quisiera aprovechar el espacio para compartir una historia la cual trato de resumir, para después llegar al punto que quiero rescatar.
Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma sala de hospital.
A uno se le permitía sentarse en su cama por una hora cada tarde para ayudar a drenar el líquido de sus pulmones. La cama de este daba a la única ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar todo el tiempo acostado sobre su espalda.
Todas las tardes, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver fuera de la ventana. Así el hombre de la otra cama empezó a vivir por esos períodos de una hora que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades y colores del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras que los niños jugaban con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano entre flores de todos los colores y una buena vista del horizonte de la ciudad podía verse en la distancia. A medida que el hombre de la ventana describía todo esto con detalles exquisitos, el hombre al otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la pintoresca escena.
Días, semanas y meses pasaron. Una mañana, la enfermera entró con el agua para sus cuartos de baño y encontró el cuerpo sin vida del hombre de la ventana que había muerto pacíficamente mientras dormía.
Tan pronto como le pareció apropiado, el otro hombre preguntó si podía ser trasladado junto a la ventana. La enfermera estaba feliz de hacer el cambio. Lentamente, dolorosamente, el hombre se apoyó en un codo para lanzar su primera mirada en el mundo real de afuera. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama.
Y descubrió que esta daba a una pared en blanco.
El hombre preguntó a la enfermera qué podría tener tan motivado a su compañero fallecido, que había descrito cosas tan maravillosas a través de ventana.
La enfermera respondió que el hombre era ciego y ni siquiera podía ver la pared.
Ella dijo: Tal vez sólo quería animarte.
Esta historia la aplico a nuestra labor diaria, todos en mayor o menor cantidad manejamos cantidades de estrés, presión, problemas por solucionar, cosas por hacer y más, pero no debemos dejar que esto influya en nuestro trato a los demás, ni tampoco en la motivación y apoyo que nos debemos de dar como equipo!
Como todo comienza por uno, les dejo algunos tips que nos pueden ayudar a evitar a llegar a un nivel de estrés alto:
1. Mide bien tu tiempo en cada proyecto y consulta fechas de entrega.
2. Planea el día laboral priorizando lo más importante de las tareas a hacer.
3. Tomar pequeños descansos, donde puedas estirar, refrescar la mente y así poder continuar la labor.
Michael Jiménez Fernández
Gerente de Diseño y Programación